Zahara Azam el martirio de una niña indefenza. |
Se han registrado 2.579 casos de violencia extrema contra la mujer
"Para millones de seres humanos el verdadero infierno es la tierra", profetizó el filósofo alemán Arthur Schopenhauer.
Unas palabras que describen a la perfección las últimas y terribles horas de Zahra Azam, la última víctima de los crímenes de honor en Afganistán.
Tenía 14 años, estaba embarazada de varios meses y la mataron quemándola viva en la provincia de Ghor, al noroeste del país, "para saldar una deuda, posiblemente de sangre, entre dos familias", según fuentes policiales.
Se seguía la tradición afgana del Bad Dadan, una práctica ancestral que consiste en ofrecer a niñas y mujeres para satisfacer disputas entre tribus o familias enfrentadas, y que en caso de que se produzca una ofensa de honor entre las mismas significa una sentencia de muerte.
Las últimas horas de Zahra sucedieron en el hospital de Isteqlal, en Kabul, donde pereció el pasado 18 de julio tras varios días agonizando "con quemaduras que llegaban hasta el hueso", según informó un doctor del centro. "Un equipo de médicos la atendió pero no pudo hacer nada para salvar su vida", explicó el director del hospital, Mohammed Sabir, quien además confirmó que el niño que llevaba en su vientre había muerto días antes a consecuencia de las llamas.
Zahara Azam |
Zahra no tuvo otra opción que aceptar el trato acordado por su padre y se casó con un miembro de su nueva familia a los 12 años, la misma que "por motivos todavía desconocidos", según fuentes policiales, decidieron quemarla viva a sabiendas que llevaba en su vientre un bebé en avanzado estado de gestación. "Desde el mismo momento en que se casó, Zahra fue víctima de la violencia doméstica", explicó su padre Mohammed Azam, el mismo que la había entregado como si de un objeto se tratara.
Sin embargo, ahora el padre quiere que "se haga justicia", pero no cree que eso vaya a ser posible porque "esa familia tiene mucho poder en la región y pondrán a los tribunales a su favor", ya sea por influencias o por dinero. "También están de su parte el cuartel general de la policía en la zona y los miembros del consejo provincial", añadió.
Zhara Azam falleció tras ser quemada viva por su marido.
Taza Gul, la nueva mujer de Azam, no sólo explicó que "nunca nadie hizo nada por Zahra, incluso cuando en ocasiones anteriores había sido apaleada y acuchillada", sino que también acusó a su antigua familia de haber "abusado" de ella misma, cosa que la llevó a "marcharse de casa con su nuevo marido", motivo por el que éste tuvo "que ceder a Zahra a su familia".
Los crímenes de honor más atroces
La brutalidad de los crímenes de honor en Afganistán, que según el Ministerio de Asuntos para la Mujer "están creciendo rápidamente con más de 600 casos en los últimos tres meses", puede surgir en cualquier momento y por una gran variedad de razones, normalmente relacionadas con "los asaltos físicos y la violencia familiar", explica la portavoz de este Ministerio, Dilbar Nazari.
Este mismo julio, un hombre "apaleó y quemó viva a su hermana porque su prometido no le había dado suficiente dinero para la celebración del Eid al-Fitr", el final del Ramadán. "Mi hermano me encontró algo de dinero que mi prometido me había dado y como no estimó que era suficiente me roció con gasolina y me prendió fuego", explicó Humaira a Khaama Press, después de haber sobrevivido, pero cuya cara y cuerpo nunca se recuperarán de las horribles quemaduras.
Y en mayo pasado la policía de Nangarhar, al este del país y una de las mayores zonas de influencia talibán, hizo publico el terrorífico caso de Morsal, una niña de 15 años que fue quemada hasta la muerte dentro de un horno Tandoor para cocinar pan.
La mataron "para satisfacer una deuda de honor" y "la investigación está abierta y en curso para llevar a los culpables ante la justicia", explicó el gobernador provincial, Salim Khan Kunduzi, pero todavía nadie ha respondido por el crimen.
A pesar de que el Ministerio del Asuntos para la Mujer exigió tanto al presidente afgano, Ashraf Ghani, como al Jefe del Ejecutivo, Abdullah Abudllah, "que tomen cartas en el asunto para frenar la violencia de género", ninguno de los dos anunció nuevas medidas para acabar con esa lacra endémica.
"Para acabar con la violencia tenemos que expandir la coordinación entre el Ministerio de Asuntos para la Mujer y los ministerios de Educación y de Asuntos Religiosos, más conocido como Hajj, para que creen un plan detallado para acabar con los abusos", explicó la activista afgana Humaira Saqib.
Un plan que pasa por educar en las escuelas a las nuevas generaciones afganas en "la tolerancia y los derechos fundamentales de las niñas y las mujeres", según indicó la asistente ministerial de Asuntos para la Mujer, Spozghmai Wardak.
"En lo que va de año ya se han registrado 2.579 casos de violencia contra la mujer", la mayoría de ellos de violencia extrema, ya que son los únicos en los que interviene la policía. "Y la estadística va en aumento", según indicó la Comisión Independiente para los Derechos Humanos en Afganistán.
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