Cucaracha Cyborg |
Científicos de Case Western Reserve
University han convertido este insecto en una especie de batería
viva.
Daniel Scherson, maestro de química en
dicho lugar y además miembro del equipo que trabajó en este
experimento, dice que posiblemente algún servicio de espionaje las
puede estar ya utilizando aunque sea en fase experimental, sin
embargo ya hay pequeños robots con forma de insectos, "pero es
prácticamente imposible empezar de cero y hacer algo que funcione
como un insecto.
Partiendo de un insecto vivo es mucho más fácil
(conseguir un insecto robótico), pero se necesita energía eléctrica
para los sensores y para excitar las neuronas del insecto para que
este haga lo que uno quiere”.
“Electrodos en el abdomen”
Según informa dicho medio, para que
esto funcione se ha de tener en cuenta dos enzimas. La primera de
ella es capaz de romper las moléculas de un azúcar que se encuentra
en el interior de la cucaracha, dividiéndolas en dos moléculas más
simples. La otra se encarga de oxidarlas, liberando electrones.
Estos conforman una corriente que se
dirige hacia el cátodo, donde se combinan con el oxígeno del aire
produciendo agua. Para que esto funcione se requiere insertar un par
de electrodos en el abdomen de la cucaracha, en una zona que se
encuentra lejos de los órganos internos críticos.
“Los insectos tienen un sistema
circulatorio abierto para que la sangre no esté sometida a mucha
presión. A diferencia de lo que ocurre con los vertebrados, si se
coloca una sonda la sangre no sale expulsada por la presión”,
afirmó Scherson.
En cuanto al alimento del insecto no es
algo preocupante, ya que la cucaracha obtiene comida con mucha
facilidad y prácticamente come de todo, la ventaja de la cucaracha
es que puede introducirse por cualquier espacio y caminar
perfectamente por superficies verticales que para nosotros nos
parecen lisas, pero ellas si tienen como aferrarse.
Por los respiraderos y pequeños
orificios pueden introducirse en los búnker perfectamente, en cuanto
a la transmisión de la información ya no es relevante, hay
microcamaras y pequeños transmisores imperceptibles, que envían
toda la información directamente al satélite recolector.
El combustible se trata del
carbohidrato llamado la trehalosa, es un azúcar doble (disacárido)
formado de dos moléculas de glucosa. Esta sustancia está presente
en algas, hongos microscópicos como la levadura, setas, líquenes,
en algunas plantas, en la sangre de los gusanos y en la hemolinfa de
los insectos. El elemento eléctrico, implantado en el abdomen de la
cucaracha, pero lejos de sus órganos internos críticos, tiene dos
electrodos. En el proceso se emplean dos enzimas. Una de ellas rompe
las moléculas de trehalosa, dividiéndolas en dos de glucosa. La
otra las oxida, liberando electrones, que integran una corriente que
se dirige hacia el cátodo, donde se combinan con el oxígeno del
aire, recreando un proceso similar al de la respiración celular.
Como resultado no se produce ninguna sustancia tóxica, el único
compuesto secundario que surge es agua.
Los implantes no influyeron el estado
de las cucarachas, solo les aumentó el apetito (pero "en el
terreno" esto no será un problema, puesto que las cucarachas
son prácticamente omnívoras. La electricidad producida por el
equipo se puede guardar en acumuladores y luego utilizarla tanto para
alimentar los sensores como para manipular el sistema nervioso del
insecto.
Los científicos planean implantar
equipos adicionales cerca de los centros nerviosos de las cucarachas,
que son responsables por sus movimientos, y con señales eléctricas
adelantar o frenar a los insectos y hacerles cambiar de dirección.
Si los experimentos siguen exitosamente, centenares de 'agentes' de
seis patas ingresaran a los servicios de inteligencia.
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