En una carretera a las afueras de Homs, fui testigo del éxodo desde el barrio de Baba Amr.
Después de pasar semanas bajo el asedio de las fuerzas gubernamentales, huyen, en pánico, antes de que entre la infantería.Están aterrorizados ante lo que los soldados del gobierno pueden hacer ahora que ya tomaron Baba Amr, el distrito de Homs que hasta el jueves controlaban los rebeldes del Ejército Libre de Siria.
Uno de los grupos lleva caminando tres días para evitar el encuentro con los soldados.
Uno de los grupos lleva caminando tres días para evitar el encuentro con los soldados.
"Los masacran como a ovejas"
Uno de los hombres asegura que mataban a todo al que detenían en los puntos de control."Atraparon a nuestros maridos, los paraban en el punto de control y los masacran como a ovejas", dice.
Todas las mujeres comparten los mismos miedos: que sus maridos no regresen. Por ahora, están solas, sin nada.
Hace muchísimo frío. Los niños pasan la noche en casas sin calefacción ni electricidad, y lo que es peor, preguntándose qué ha sido de sus padres.
"Atraparon a nuestros maridos, los paraban en el punto de control y los masacran como a ovejas"
Testimonio
"A mi hijo lo degollaron. Tenía 12 años", relata una mujer.
"Un soldado los mantenía bajo su bota y otro venía con el cuchillo", explica su marido, que se había ocultado a unos 50 metros. "Podía oír los gritos".
Otra mujer relató: "Les supliqué a mi padre que no abriera la puerta y me dijo ‘por qué si no he hecho nada’. Vi cómo lo tiraban al suelo y lo mataban".
¿Puede ser verdad?
Me encontré con miembros de una unidad de elite del ejército que desertó la semana pasada. Me dijeron que los civiles eran un objetivo y los prisioneros asesinados."Un teniente nos dio la orden de tirar contra todo lo que se moviera, civil o militar, dispara", dijo uno.
Otro desertor cuenta que "un anciano fue detenido, un oficial le puso una pistola en la cabeza y dijo: ‘Esto es por la libertad’. Y le disparó".
Los habitantes de Baba Amr denuncian ser víctimas de un crimen. El mundo querrá pruebas.
En pocas palabras, desafiaron al gobierno de Bashar al Asad y ahora han sido aplastados.
Hay indignación internacional, pero no hay acuerdo sobre cómo poner fin a esto.
Más de 20.000 personas han perdido la vida en la ola de violencia que sacude Siria desde el inicio de los levantamientos contra el Gobierno de Bashar al Assad en marzo del año pasado, según Naciones Unidas.
La comunidad internacional se halla dividida sobre el futuro de Siria. Por un lado están Occidente y los países del Consejo de Cooperación del Golfo, de predominancia suní -contraria a los alauíes de Al Assad-, que abogan por elevar la intensidad de las sanciones y por ayudar a la oposición y, por ende, al ELS, tanto con armamento como con financiación.
En el lado opuesto, es decir el bloque neo - comunista, China, Rusia, Venezuela y otros países latinoamericanos alineados con el Gobierno de Hugo Chávez propugnan una resolución política interna que esté exenta de cualquier tipo de interferencia externa, lo que se ha traducido en un constante bloqueo de las resoluciones de condena debatidas en el Consejo de Seguridad de la ONU.
Entretanto, la situación humanitaria empeora y los enfrentamientos entre ambos bandos se recrudece, con la llegada de los primeros combates al corazón de Damasco, uno de los bastiones a los que se aferraba el régimen de Al Assad. Las fronteras son ahora otro de los escenarios en los que se entremezclan violencia y desplazamientos masivos de población.
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