El Mufti y Hitler se entrevistan en Berlín, en noviembre de 1941 |
En vista de que las autoridades británicas se negaban a prohibir la entrada de los judíos, al-Husayni fue uno de los líderes de las "revueltas árabes" de 1929 y de 1936, que dieron lugar a sendas masacres contra los judíos, entre las que destaca la matanza de Hebrón. Desempeñó un papel destacado en la formación de los primeros movimientos de lucha árabe que atacaban a los judíos y a los británicos para oponerse al establecimiento de un Estado judío en el Mandato británico de Palestina. (con video)
Sus actividades se dirigieron también a desafiar la autoridad británica en Palestina, por lo cual pronto tuvo que exiliarse en Alemania, esperando hallar allí un régimen aliado gracias a su antisemitismo.
Colaboración con el Eje
El Mufti y Hitler se entrevistan en Berlín, en noviembre de 1941
Al estallar la Segunda Guerra Mundial, al-Husayni ya estaba establecido en Berlín y se alió con el Tercer Reich, pero su apoyo resultó de poca ayuda en los inicios de la contienda. No obstante, en 1941 las campañas de la Italia fascista contra los británicos en Egipto estimularon a al-Husayni a asumir roles más activos; en ese mismo año, tras la exitosa invasión de Yugoslavia por las fuerzas del Eje, al-Husayni promovió el reclutamiento de musulmanes bosnios y albaneses para las Waffen-SS, ayudando a formar la 13ª División de Montaña SS Handschar.
Esta división fue célebre por las masacres particularmente bárbaras cometidas contra los partisanos yugoslavos. Al-Husayni logró entrevistarse con Adolf Hitler en noviembre de 19415 para convencerlo de que ampliase el exterminio de judíos a los territorios que la Francia de Vichy y la Italia fascista controlaban aún en el norte de África, y también propuso que la Luftwaffe bombardeara Tel Aviv, ciudad habitada casi en su totalidad por judíos. Permaneció como invitado del Tercer Reich, continuando su colaboración con el nazismo hasta poco antes de la capitulación alemana. Trató de escapar a Suiza, pero fue rechazado en la frontera y se vio forzado a entrar en Francia, donde permaneció un año bajo arresto domiciliario.
Al-Husayni fue considerado por la historiografía judía, al menos desde el punto de vista ideológico, como uno de los "arquitectos del Holocausto". De hecho, durante su estancia en Europa, al-Husayni abogó para que el Tercer Reich procediera al genocidio de judíos en la mayor cantidad posible, e inclusive solicitó a los jerarcas nazis que fueran asesinados 400.000 judíos que los alemanes pensaban deportar a Palestina, demanda que tuvo éxito.
Posguerra y últimos años
Al-Husayni escapó de la vigilancia francesa en 1946 y llegó a El Cairo, donde pidió asilo político y asumió el mando del recién creado Alto Comité Árabe. El movimiento sionista solicitó al Reino Unido (en aquellos años Egipto era un protectorado británico) su extradición para juzgarlo como criminal de guerra. Sin embargo, los Aliados no hicieron nada para ello, debido al prestigio de al-Husayni en el mundo árabe. Yugoslavia, que había sufrido sus matanzas, también lo intentó, pero la Liga Árabe y el Gobierno egipcio detuvieron una vez más la demanda de extradición.
Ya en Egipto, al-Husayni luchó para que los países árabes lanzaran ataques masivos contra el recién creado Estado de Israel en 1948, y se opuso tenazmente a todo armisticio o negociación. Su popularidad, no obstante, le impidió asumir posiciones gubernativas en tanto los líderes políticos árabes se negaron a permitirle mayores ambiciones. Al-Husayni trató, en vano, de ganar influencias sobre las monarquías de Egipto o Jordania, recibiendo por el contrario rechazos a sus esfuerzos de dirigir un movimiento político significativo, en tanto ningún gobierno árabe lo aceptaba como líder político propio, dejándole apenas la jefatura de la debilitada diáspora palestina. E
Murió en Beirut, la capital del Líbano, en 1974.
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